A de Aprendizaje
- sevillejavi24
- 25 sept
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 2 oct
A pocos días de mi alta terapéutica, tras dos años de tratamiento, estoy recogiendo aprendizajes que siento como verdaderas joyas. Hoy comparto uno de los más especiales.
No llega al principio, ni a la mitad, ni siquiera al año y medio. Llega al final, como recordándote que lo mejor siempre se guarda para el cierre. No hablo solo de aprender a perdonarme —eso vino antes— ni de tratarme con compasión —eso llegó después—, sino de empezar a valorarme y quererme como nunca antes había sentido.
Durante años viví pegado a un personaje: un ego que decía protegerme, pero que en realidad no era mi esencia. Ese personaje estaba hecho de inseguridades, de un diálogo interno de “no soy suficiente”, de compararme con los demás y ver en ellos lo que yo no veía en mí.
(Señal de alerta: inseguridades, comparaciones y baja autoestima que en la adolescencia suelen amplificarse).

Hoy, esa mirada se disuelve y aparece otra: la que reconoce mis capacidades y habilidades.
No fui un buen estudiante. Lo reconozco. Crecí con la idea de que “el que no estudia no vale”. Me costaba concentrarme, pasar horas frente a un libro, nada me atraía. Ese supuesto fracaso escolar me persiguió como una debilidad de por vida, sin entender que al identificarme con el hacer y no con el ser, le estaba dando
ás poder del que tenía.
(Señal de alerta: las etiquetas de fracaso escolar se convierten en heridas emocionales que acompañan a la persona y deben aprender a sostenerse).

Con ese lastre crecí, como tantos niños y niñas que no están en el entorno adecuado para florecer más allá de Matemáticas, Ciencias o Lengua. Y, sin embargo, hoy dedico muchas horas a aprender cómo se conectan las disciplinas y cómo, juntas, dan sentido y propósito a mi vida.

La autoestima cae… y con ella las ganas. Y sin ganas, todo se complica.(Señal de alerta: el diálogo interno negativo y la autoestima frágil en la adolescencia pueden derivar en aislamiento o conductas de riesgo).
Con el tiempo descubrí mis inteligencias predominantes: la interpersonal e intrapersonal, que me ayudan a comprenderme y comprender a los demás; la existencial, que me lleva a preguntarme por el sentido de la vida; y la lógico-matemática, que me da la capacidad de ver patrones y razonar. Todo eso, que de niño no sabía ver, hoy me da dirección y me hace sentir que estoy en el lugar correcto.

Ahora entiendo que no se trata solo de sanar, sino de descubrir qué te hace único, dónde están tus talentos y cómo ese camino, aunque doloroso, puede transformarse en propósito.
Hoy sé que detrás de esas heridas se escondía mi verdadero potencial. Al reconocerlas, comprendí que no eran condena, sino parte de mi fortaleza.
Ese es el espíritu de lo que quiero compartir con Alchemy: acompañar a los jóvenes y a sus familias para que esas señales no se conviertan en cadenas, sino en oportunidades para despertar su verdadera inteligencia y brillar desde dentro.
🌟 Reflexión final
"No me refiero a lo que el mundo ha hecho de ti, sino a lo que tú haces con lo que el mundo ha hecho de ti." — Carl Jung
🎶 La canción que acompaña este aprendizaje
Mark Knopfler – Sailing to PhiladelphiaUna canción que habla de viaje, identidad y transformación.
“Now hold your head up, Mason, see America lies there…”
" Ahora levanta tu cabeza y mira la America que hay ahi ,,,"
Un recordatorio de que siempre hay un nuevo destino esperando cuando decides mirarte con otros ojos y reconocerte en tu verdadero ser.
👉 ¿Quieres descubrir qué inteligencias predominan en ti o en tu hijo/alumno?Escríbeme: alchemy.joven@gmail.com



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